venerdì, novembre 25, 2005

FRANCIA VIOLENTA,Slavoj Zizek



Lo que hay que resistir cuando se nos presentan crónicas e imágenes de autos que arden en los suburbios de París, es la "tentación hermenéutica", la búsqueda de un significado o mensaje más profundo oculto en esos estallidos. Lo más difícil de aceptar es, precisamente, su extrema ausencia de sentido: más que una forma de protesta, constituyen un passage a l''acte que testimonia no sólo la impotencia de los perpetradores, sino, sobre todo, de la falta de lo que Frederic Jameson llamó "mapeo cognitivo", de su incapacidad para inscribir la experiencia de su situación en un todo significativo. La verdadera pregunta, entonces, es: ¿cuáles son las raíces de esa desorientación?

A los teóricos sociales les gusta repetir que la sociedad actual es completamente "reflexiva": no hay naturaleza ni tradición que proporcione una base firme en la que se pueda descansar; hasta nuestros impulsos más profundos (la orientación sexual) se viven cada vez más como algo que se elige. Cómo alimentar y educar a un niño, cómo proceder en la seducción sexual, cómo y qué comer, cómo descansar y divertirse; todas esas esferas son objeto de una creciente "colonización" por parte de la reflexión, se las experimenta como algo a aprender y sobre lo cual decidir. Sin embargo, la principal traba de la sociedad de riesgo reside en la brecha entre saber y decisión: nadie "sabe en verdad" qué hacer, la situación es por completo "indecidible", pero de todos modos hay que decidir. El problema, entonces, no es el de la elección compulsiva (tengo libertad de elección con la condición de que tome la decisión correcta), sino lo opuesto: la elección es libre, y por ese motivo se la experimenta como más frustrante.

Nos encontramos permanentemente en la posición de tener que decidir sobre cuestiones que afectarán nuestra vida, pero sin una base de conocimiento adecuada. Lejos de experimentársela como liberadora, esa compulsión a decidir libremente se experimenta en consecuencia como una apuesta obscena y angustiante, una suerte de inversión irónica de la predestinación: se me hace responsable de decisiones que me vi obligado a tomar sin un conocimiento adecuado de la situación. La libertad de decisión de la que goza el sujeto de la "sociedad de riesgo" no es la libertad de alguien que puede elegir con libertad su destino, sino la libertad angustiante de alguien que se ve constantemente impelido a tomar decisiones sin tener conciencia de sus consecuencias.

Nada asegura que la politización democrática de las decisiones cruciales, la activa participación de miles de individuos comprometidos, necesariamente vaya a mejorar la calidad y la exactitud de las decisiones y que, por lo tanto, los riesgos vayan a disminuir. Es tentador evocar aquí la respuesta de un católico devoto ante el reproche de un liberal ateo de que los católicos son tan estúpidos como para creer en la infalibilidad del Papa: "Nosotros, los católicos, por lo menos creemos en la infalibilidad de una y sólo una persona; ¿acaso la democracia no se basa en un concepto mucho más arriesgado, en que la mayoría de las personas, millones de ellas, son infalibles?"

El sujeto, entonces, se encuentra en una situación kafkiana de ser culpable por ni siquiera saber de qué es culpable (si es que lo es): me desvela la idea de que ya tomé decisiones que me pondrán en peligro, a mí y a mis seres queridos, pero que, en el mejor de los casos, sólo sabré la verdad al respecto cuando ya sea demasiado tarde. Recordemos la figura de Forrest Gump, ese "mediador evanescente" perfecto, lo opuesto al maestro (el que registra simbólicamente un acontecimiento al nombrarlo, al inscribirlo en el gran otro): se presenta a Gump como un espectador inocente que, limitándose a ese papel, desencadena sin saberlo un cambio de proporciones históricas. Cuando visita Berlín para jugar al fútbol y sin darse cuenta lanza la pelota del otro lado del muro, inicia así el proceso que derrumba el muro; cuando visita Washington y se le da una habitación en el complejo Watergate, en plena noche advierte que pasan cosas extrañas en las habitaciones de enfrente, llama al guardia y da comienzo a los hechos que culminaron con la caída de Nixon. ¿No es la máxima metáfora de la situación a la que apuntan los que proponen la "sociedad de riesgo", una situación en la que nos vemos obligados a dar pasos cuyas consecuencias están más allá de nuestro alcance?

Nos encontramos en el centro nervioso de la ideología liberal: la ideología dominante trata de vendernos la misma inseguridad que provocó el desmantelamiento del Estado Benefactor como la oportunidad de nuevas libertades. ¿Hay que cambiar de trabajo todos los años y depender de contratos breves en lugar de contar con un puesto estable y a largo plazo? ¿Por qué no verlo como la liberación de las limitaciones de un empleo fijo, como la oportunidad de reinventarse una y otra vez, de tomar conciencia de las posibilidades ocultas de la propia personalidad y de concretarlas? ¿Ya no se puede depender del seguro médico y el plan de jubilación habituales y hay que optar por una cobertura adicional por la que hay que pagar? ¿Por qué no percibirlo como una oportunidad más de elegir: una vida mejor ahora o seguridad a largo plazo? Y si esta prédica genera angustia, el ideológo posmoderno o de la "segunda modernidad" nos acusará de no ser capaz de asumir una completa libertad, de "huir de la libertad", o de aferrarnos de manera inmadura a viejas formas estables...

El programa televisivo más popular en Francia en el otoño de 2002, cuyo rating duplicaba el del famoso Gran Hermano, era C''est mon choix (Es mi elección). Los invitados al programa eran personas comunes que habían tomado una decisión peculiar que había determinado toda su vida: uno de ellos decidió que nunca usaría ropa interior, otro intentaba encontrar un compañero sexual más adecuado para sus padres. La extravagancia estaba permitida, incluso se la buscaba, pero con la explícita exclusión de las opciones que pudieran perturbar al público (por ejemplo, una persona cuya elección fuera ser y actuar como racista, quedaba excluida a priori). ¿Es posible imaginar mejor predicamento de lo que la "libertad de elección" significa en nuestras sociedades liberales? Podemos seguir haciendo nuestras pequeñas elecciones, "reinventándonos", con la condición de que tales elecciones no perturben de forma grave el equilibrio social e ideológico. En lo que respecta a C''est mon choix, lo verdaderamente drástico habría sido concentrarse en las elecciones "perturbadoras": invitar, por ejemplo, a racistas, vale decir a personas cuya elección (cuya diferencia) significara una diferencia. Ese es también el motivo por el que en la actualidad la "democracia" es una cuestión cada vez más falsa, un concepto tan desacreditado como consecuencia de su uso predominante, que tal vez deberíamos correr el riesgo de abandonarlo al enemigo. ¿Dónde y cómo se toman las grandes decisiones relacionadas con los temas sociales globales? ¿Quiénes las toman? ¿Se toman en el espacio público, con la participación comprometida de la mayoría? Si la respuesta es sí, sólo tiene una importancia secundaria que el Estado tenga un sistema unipartidario, etcétera. Si la respuesta es no, tiene una importancia secundaria que tengamos una democracia parlamentaria y libertad individual de elección.

Etienne Balibar propuso la idea de la crueldad excesiva, no funcional, como característica de la vida contemporánea: una crueldad cuyas figuras van desde el racismo "fundamentalista" y/o las masacres religiosas hasta los estallidos de violencia "sin sentido" de adolescentes e indigentes en nuestras megalópolis, una violencia que no tiene motivos utilitarios ni ideológicos. No debe engañarnos lo que se dice sobre que los extranjeros nos roban el trabajo o sobre la amenaza que éstos representan para nuestros valores occidentales: un análisis más minucioso pronto demuestra que todo eso que se dice proporciona una racionalización secundaria superficial. La respuesta que en última instancia nos da un skinhead es que golpear a los extranjeros lo hace sentir bien, que su presencia le molesta.

¿En qué se relacionan esos estallidos con el hecho de que vivimos en una "sociedad de riesgo" de elecciones permanentes? En todo: esos estallidos de violencia "excesivos" e "inútiles", que sólo dan muestra de un odio puro y desnudo ("no sublimado") por la otredad, son el anverso de la "reflexivización" de nuestra vida cotidiana. En ningún plano resulta más evidente que en el destino de la interpretación psicoanalítica. En la actualidad, las configuraciones del inconsciente (desde los sueños hasta los síntomas histéricos) perdieron su inocencia y se encuentran reflexivizadas: las "asociaciones libres" de un típico analizado educado consisten en su mayor parte en intentos de brindar una explicación psicoanalítica a sus perturbaciones, de modo que muy bien podría decirse que no sólo tenemos interpretaciones jungeanas, kleinianas, lacanianas... de los síntomas, sino síntomas jungeanos, kleinianos, lacanianos..., vale decir, cuya realidad comprende una referencia implícita a alguna teoría psicoanalítica.

Lo que pasa en el tratamiento psicoanalítico es algo estrictamente homólogo a la reacción del skinhead neonazi que, presionado a dar razones de su violencia, de pronto empieza a hablar como los asistentes sociales, sociólogos y psicólogos sociales, y menciona la disminución de la movilidad social, la creciente inseguridad, la desintegración de la autoridad paterna, la falta de amor materno en su primera infancia: la unidad de la práctica y su inherente legitimación ideológica se desintegra en violencia descarnada y en su interpretación ineficaz e impotente. El resurgimiento de la violencia "irracional", impermeable e insensible a la interpretación reflexiva es el necesario anverso de la reflexividad universalizada que proclaman los teóricos de la sociedad de riesgo. Así, cuanto más proclama la teoría social el fin de la naturaleza y/o la tradición y el ascenso de la "sociedad de riesgo", más atraviesa nuestro discurso cotidiano la referencia implícita a la "naturaleza": incluso cuando no hablamos del "fin de la historia", ¿no transmitimos el mismo mensaje cuando afirmamos que estamos ingresando a una era pragmática "postideológica", que es otra forma de decir que estamos entrando a un orden pospolítico en el que los únicos conflictos legitimados son los conflictos étnicos/culturales?

Algo característico del discurso político y crítico actual es que el término "trabajador" desapareció de nuestro vocabulario y se lo sustituyó y/u obliteró por "inmigrantes/trabajadores inmigrantes: argelinos en Francia, turcos en Alemania, mexicanos en EE.UU.". De esa manera, la problemática de clase de la explotación de los trabajadores se transformó en la problemática multiculturalista de la "intolerancia a la otredad", etcétera, y la excesiva inversión de los liberales multiculturalistas en la protección de los derechos étnicos de los inmigrantes sin duda extrae energías de la dimensión de clase "reprimida". Si bien la tesis del "fin de la historia" de Francis Fukuyama pronto cayó en desgracia, seguimos asumiendo en silencio que el orden global capitalista liberal-democrático es de alguna manera el régimen social "natural" que por fin descubrimos; seguimos pensando de forma implícita que los conflictos que tienen lugar en el Tercer Mundo son una subespecie de las catástrofes naturales, algo así como estallidos de pasiones violentas cuasi naturales o conflictos que se basan en la identificación fanática con las propias raíces étnicas. ¿Y qué es aquí "lo étnico" sino un nuevo término en clave para designar a la naturaleza?

Hay una anécdota sobre Picasso durante la Segunda Guerra Mundial: un oficial alemán visitó su estudio, vio Guernica y, asombrado ante la confusión modernista de la pintura, le preguntó: "¿Usted hizo eso?" Picasso le contestó con calma: "¡No, ustedes lo hicieron!" Hoy, y ante los estallidos de violencia en los suburbios de París, muchos liberales nos preguntan a nosotros, los pocos izquierdistas que seguimos confiando en una drástica transformación social: "¿No lo hicieron ustedes? ¿Esto es lo que quieren?" Y nosotros deberíamos contestar como Picasso: "¡No, ustedes lo hicieron! ¡Este es el verdadero resultado de su política!"



lunedì, novembre 21, 2005

MARILYN Y EL HABANERO


"Los cambios predichos inevitables
de la humanidad son los de un hombre
(cuarenton fumador alcoholico depresivo)
mirando a la ciudad maqeta
desde cualqier flojo balcon."

(fragmento de poema VIII del habanero) no sé por qué me siento tan aludida...

sabato, novembre 05, 2005

NO HAY OLVIDO (SONATA) Pablo Neruda (RT)



SI me preguntáis en dónde he estado
debo decir "Sucede".
Debo de hablar del suelo que oscurecen las piedras,
del río que durando se destruye:
no sé sino las cosas que los pájaros pierden,
el mar dejado atrás, o mi hermana llorando.
Por qué tantas regiones, por qué un día
se junta con un día? Por qué una negra noche
se acumula en la boca? Por qué muertos?

Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conversar con
cosas rotas,
con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón.

No son recuerdos los que se han cruzado
ni es la paloma amarillenta que duerme en el olvido,
sino caras con lágrimas,
dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de un día transcurrido,
de un día alimentado con nuestra triste sangre.

He aquí violetas, golondrinas,
todo cuanto nos gusta y aparece
en las dulces tarjetas de larga cola
por donde se pasean el tiempo y la dulzura.

Pero no penetremos más allá de esos dientes,
no mordamos las cáscaras que el silencio acumula,
porque no sé qué contestar:
hay tantos muertos,
y tantos malecones que el sol rojo partía,
y tantas cabezas que golpean los buques,
y tantas manos que han encerrado besos,
y tantas cosas que quiero olvidar.

SONO PAGANA , Selena Fox

Rata Blanca. La leyenda del hada y el mago




Io sono pagana. Sono parte della natura. Le rocce, gli animali, le piante, gli elementi sono miei parenti. Gli esseri umani sono mie sorelle e fratelli, qualunque sia la loro razza, colore, genere, età, nazionalità, religione, stile di vita. Il pianeta Terra è la mia casa. Sono solo parte di questa grande famiglia che è la natura, non la sua padrona. Ho il mio speciale compito da assolvere nell’immenso ingranaggio universale e cerco di scoprire e adempiere questo ruolo al meglio delle mie capacità. Cerco di vivere in armonia con gli altri nella grande famiglia della natura, trattando tutti con rispetto.

Io sono pagana. Celebro il mutare delle stagioni durante festività con canti, balli e rituali ed in altri modi ancora. Festeggio ogni giro della Terra intorno al Sole e parti di esso con pratiche spirituali personali e partecipando a festeggiamenti collettivi:

· Il mese di novembre (in coincidenza con la festività di Halloween) è un momento per scrutare nel futuro e per rendere omaggio agli antenati e ad altre persone care che ci hanno lasciati. Pratico la magia, pregando ed invocando le forze positive dell’Universo, anche per favorire una maggiore libertà religiosa per tutta l’umanità.

· Il Solstizio d’inverno è una festa della pace e una celebrazione del crescere della luce solare. Onoro il Sole nascente bruciando il ceppo natalizio di legna di quercia in un fuoco sacro. Onoro la divinità della natura nei suoi numerosi aspetti, la grande madre Terra e il grande padre Cielo. Decoro la mia casa con luci e con agrifoglio, edera, vischio, sempreverdi e altre erbe sacre a questa stagione. Suono le campanelle all’inizio del nuovo anno solare.

· All’inizio di febbraio celebro la Candelora, nota agli americani contemporanei come il “Giorno della marmotta”. In questo periodo mi concentro nella purificazione spirituale e nella rimozione degli ostacoli, per prepararmi all’arrivo della primavera e quindi a nuova crescita. Durante questa festa accendo candele che ispirino i miei lavori artistici e mi guidino nelle mie pratiche salutari. Faccio offerte di semi agli uccelli selvatici.

· Nel periodo dell’Equinozio di primavera dò il benvenuto alla ripresa della stagione e celebro il rinverdimento della Terra vestendomi di verde io stessa. Coloro le uova, simbolo di nuova vita, con gli amici e costruisco con la mente occasioni per un nuovo sviluppo.

· L’inizio di maggio è la festa della fertilità e del divertimento. Indosso colori brillanti e metto una ghirlanda di fiori tra i capelli. Danzo intorno ad un palo cinto di fiori per celebrare i giardini e i progetti creativi umani e salto il falò come augurio di buona fortuna.

· Il periodo del Solstizio d’estate, conosciuto pure come mezza estate, è un periodo di grandi riunioni, in cui saluto vecchi amici e ne conosco di nuovi. Danzo con loro intorno ad un falò sacro al magico ritmo dei tamburi. Onoro la mia comunità spirituale, la mia tribù. Celebro la cultura pagana, che ricerca utili insegnamenti nelle forze e nelle leggi della natura e da cui trae anche vigore e prosperità. Aggiungo pietre al Cerchio sacro di roccia nella terra del Santuario del Circolo pregando per l’armonia e il benessere planetari.

· Quando arriva agosto celebro il raccolto con una grande festa. In questa occasione onoro il culmine dell’estate e la prosperità. Rendo grazie per le piante selvatiche e per quelle coltivate e per l’immensa fortuna della loro fruttificazione e prego anche per una costante abbondanza. Spezzo e mangio il pane con gli altri nel rituale e offro il pane e l’erba alla dea ed al dio ispiratori dell’agricoltura.

· L’Equinozio d’autunno è il momento del ringraziamento per tutti i frutti che ho raccolto durante il periodo della crescita. Ringrazio per il cibo che ho ricevuto dai frutteti e dai campi e per gli altri doni che sono giunti nella mia vita. Restituisco, in una sacra offerta alla madre terra, il meglio della frutta, della verdura, delle erbe, delle noci e di tutti i cibi che ho raccolto.

· Ai primi di novembre la ruota dell’anno ricomincia.

Io sono pagana. Onoro le stagioni della vita: la nascita, la crescita, la fruttificazione, la raccolta, il compimento, il riposo e il nuovo inizio. La vita ruota realizzando molti cicli. Per ogni fine c’è un nuovo inizio. Nella morte c’è implicita la promessa della rinascita.

Io sono pagana. Vedo i cicli del cambiamento e del rinnovamento compiersi non solo all’interno del percorso della mia vita, ma anche in un passato a me precedente. Vedo la mia vita collegarsi alle vite dei miei antenati. Essi sono parte di me. L’antica saggezza del rinnovamento della natura e del ciclo perpetuo della vita è profusa nei loro simboli e motti.

Io sono pagana. Il cambiamento consapevole è parte della mia spiritualità. Per ogni problema esiste almeno una soluzione disponibile, così pure un’opportunità di crescita. Io creo la mia realtà con i miei pensieri, emozioni ed azioni. Perseguo sempre un retto comportamento, sapendo che qualunque cosa faccio, essa tornerà sempre a me. Cerco di conformarmi all’insegnamento magico basilare: “Senza nuocere ad alcuno, fa’ pure ciò che desideri”. Mi sforzo di lavorare per il meglio, per gli altri allo stesso modo che per me stessa. Quando incontro dei problemi lungo la mia strada, cerco di capirne l'origine e di recepirli come parte integrante della soluzione, come stupende occasioni per migliorare le mie capacità. Nel compiere le mie pratiche curative cerco di indirizzarmi verso le cause spirituali profonde dei disagi, piuttosto che focalizzarmi solo sulla cura dei sintomi.

Io sono pagana. Pratico la magia ricorrendo anche alla Luna, per aiutare e curare gli altri, me stessa ed il Pianeta. Il triplice simbolismo della luna mi guida. Attivo gli inizi nel primo quarto di luna, stimolo le manifestazioni durante il plenilunio e dissipo gli ostacoli con il decrescere della luna e il sopraggiungere del buio. Compio rituali nel momento della luna nuova e so che i cerchi magici da me disegnati hanno per corrispondenti gli immensi cerchi, le orbite descritte dalla Terra e dagli altri pianeti.

Io sono pagana. Io abbraccio il Panteismo: ho la consapevolezza che l'essenza misteriosa della vita, il principio divino è in ogni luogo e in ogni cosa. Onoro gli alberi di quercia nella foresta, l’erba del giardino, gli uccelli selvatici che cantano sugli alberi, gli affioramenti di roccia sul pendio, me stessa e, sì, anche le “cose”, come le automobili, le macchine fotografiche ed i computer. Comprendo che ogni cosa materiale ha anche uno stupendo significato spirituale. Ciò che è fisico e ciò che è spirituale è profondamente interconnesso in questo mondo.

Io sono pagana. So che l’essenza divina della vita ha molte facce e sperimento ciò attraverso la varietà di dee e dei ed altre forme spirituali ancora. Onoro anche l’essere uno della divinità, l’unità del tutto. Le mie esperienze personali con gli dei, le dee e le altre forme divine che uso per simboleggiare le forze della natura hanno trasformato e arricchito la mia vita. Ad ognuna di esse do un nome. Ecate mi apparve in occasione di una morte per insegnarmi il distacco e la rinascita; Selena della luna piena mi porta visioni lontane; il sacro Sole stimola la mia energia; Yemaya dell’oceano mi purifica e rinnova. Ascolto Pan suonare il flauto nelle foreste. Dionisio risveglia dentro di me le gioie della spontaneità e l’estatica beatitudine insegnandomi anche i misteri dell’androginia. Ho sperimentato l’eterna, divina unione del principio universale femminile col maschile mentre facevo l’amore col mio compagno nei prati. Il tiglio mi ha aiutata ad approfondire le mie relazioni con i miei amici gatti. Cernunnos mi è apparso nella foresta sotto forma di cervo. Isis mi ha parlato in scrosci di radiosità nella profondità della notte e in flussi di energia attraverso le mani, nel compiere pratiche di guarigione. Saturn mi ha dato lezioni di disciplina e di agricoltura organica. La dea Libertà mi protegge, poiché lavoro affinché essa si spanda nel mondo. La madre terra guida il mio lavoro. Faccio esperienza del divino scolpendo totem di animali, piante ed altre forme, così pure durante il sogno, nei viaggi guidati nel profondo e mentre cerco la visione, sola nella mia solitudine.

Io sono pagana. Le mie pratiche spirituali includono sia l’autoaccettazione che la comprensione altrui. Condivido i miei punti di vista con gli altri quando sento che ciò è opportuno, ma non faccio proselitismo, riconoscendo che il mio modo di vivere non è realmente giusto per tutti. Sono infiniti i sentieri che conducono sulla cima della montagna della comprensione spirituale, non uno soltanto.

Io sono pagana. Il mio culto assume la forma della comunione divina con la natura. Come parte del mio credo, ho fondato e custodisco una riserva naturale sacra, il Santuario del Circolo. Lì compio rituali in posti particolari, come in un cerchio di pietra in cima ad un sacro monticello; sulla roccia alta sopra le valli; nel magico giardino rotondo; sugli altari all’aperto; all’interno del tempio; nei vecchi rifugi di roccia arenaria, dove dimoravano gli antichi che vivevano su questa terra migliaia di anni fa.

Io sono pagana. Viaggio per il mondo immateriale durante i miei sogni, le meditazioni ed i riti. Uso strumenti, cui attribuisco grande importanza e per questo definisco sacri, che sono simboli delle energie che intendo evocare, perché mi aiutino nei miei viaggi e nelle mie pratiche. Mi libro con la fantasia attraverso il tempo e lo spazio. Esploro altri scenari che non quelli in cui si trova il mio corpo fisico e poi ritorno da essi con l’intuito, la conoscenza e la forza. Vado attraverso mondi immaginari per propiziare guarigioni, crescite, trasformazioni. La percezione intuitiva, psichica, è una parte naturale, solita, della mia vita quotidiana.

Io sono pagana. Sono in armonia con i quattro elementi fondamentali rappresentanti la natura: terra, aria, fuoco, acqua e con il quinto elemento, il misterioso spirito, l’inafferrabile energia che tutto forma. Vedo questi elementi nella natura: la terra nel suolo e nelle rocce; l’aria nei venti e nell’atmosfera; il fuoco nel farsi luce, nelle fiamme e nell’elettricità; l’acqua nelle sorgenti, nei fiumi, negli oceani, nella pioggia e nelle altre acque del pianeta; lo spirito come misteriosa essenza unica dell’Universo. Vedo questi elementi anche come aspetti dell’individuo: il corpo fisico è la terra; l’intelletto ed i pensieri sono l’aria; la volontà e le azioni sono il fuoco; le emozioni ed i sentimenti l’acqua; l’io più profondo, l’anima, è lo spirito. Mi impegno nel cercare di mantenermi sana ed in equilibrio tra tutte queste forze. Così pure opero a favore del ripristino dell’equilibrio degli elementi nell’ambiente che mi circonda.

Io sono pagana. Ascolto le grida della madre terra, sconvolta dai danni compiuti sulla sua superficie, all’ambiente, dalla razza umana. Sono preoccupata per l’inquinamento dell’aria, del suolo, delle acque e per i giochi di potere portati avanti dalle nazioni con il lancio di missili nucleari ed altre armi di distruzione di massa. Sono altrettanto preoccupata per il degrado spirituale sul pianeta: egoismo, odio, avidità di potere o di denaro, devianza, violenza, disperazione. Eppure, in questi stessi problemi percepisco anche il processo di purificazione che si sta compiendo sul pianeta. Sono consapevole del fatto di poter essere utile, almeno per un piccolo contributo, nel portare il pianeta ad una maggiore armonia, cercando di rendere equilibrata la mia stessa vita, favorendo l’equilibrio nelle vite altrui e lavorando per migliorare l’ambiente. Il mio impegno pratico di responsabilità globale (personale, sociale, ambientale) è un aspetto della mia vita quotidiana.

Io sono pagana. Cogliere l’essenza profonda della natura, comprendere le leggi che la governano è la mia religione e fondamento stesso della mia vita. La natura è la mia guida spirituale, il mio libro sacro. Sono parte della natura e la natura è parte di me. La comprensione dei misteri più profondi della realtà cresce man mano che procedo nel mio cammino spirituale.

CHAVEZ Y FIDEL en la CONTRACUMBRE Mar del Plata noviembre 04






Castro se comunicó telefónciamente con su par venezolano para expresarle su emoción al ver el Tren del Alba. "Amaneció viendo el tren por televisión, la marcha y este día histórico aquí en Mar del Plata", contó Chávez y agregó: "Me encargó que los saludara, y aunque físicamente no está aquí, está con nosotros".

"Después te llamo, -porque él se guinda en el teléfono y habla 3 horas- vamos a despedirnos", fue lo que dijo Chávez a su amigo cubano

"Le digo como siempre: ´Hasta la victoria siempre: patria o muerte, venceremos. ¿Y saben cómo se despidió?", preguntó al público Chávez.

"Le oí la voz muy emocionada, la voz le sonó como un trueno que cruzó el Caribe, el Orinoco, el Amazonas, el Río de la Plata y llegó aquí. Me dijo: ´Chávez, viva el Che, carajo´."

EMBRIÁGUENSE de Charles Baudelaire



Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

venerdì, ottobre 28, 2005

SACHERTORTE


De origen austriaco es la torta vienesa de chocolate más famosa de todos los tiempos .
Se cuenta que ha sido creada por Franz Sacher al comienzo del año 1832 para el Príncipe Klemens Lotear Wensel Metternich (1773-1859, creador de la Santa Alianza entre Prusia, Austria y Rusia; negoció el matrimonio entre María Luisa de Austria con Napoleón) de Austria, que en un momento de deseo compulsivo pidió al Chef que se creara para él una torta nueva.
La torta consiste en un esponjoso bizcochuelo partido en tres capas esparcidas con perfumada mermelada de damasco, con una aterciopelada cobertura de chocolate fino, enfriada y servida con enormes cucharadas de crema batida.


Ingredientes:

Chocolate 75grs
Manteca 125grs
Cacao 40 grs

Yemas 3
Azúcar 50 grs

Fécula 50 grs

Claras 125 grs (4)
Azúcar 50 grs

Relleno:
Mermelada de damascos 100grs

Cobertura (Ganache)
Crema 100grs
Chocolate picado 100grs

Derretir a baño maría los tres primeros ingredientes.
Batir las yemas con el azúcar hasta lograr un color claro, adicionar a la mezcla anterior.
Agregar la fécula. Batir bien .
Adicionarle las claras batidas a nieve y hechas merengue con el azúcar. Mezclar delicadamente en forma envolvente.
Cocinar en horno 35 minutos.
Retirar, dejar enfriar, cortar en dos o tres discos, adicionar la mermelada. Cerrar. Se debe rellenar con la parte invertida, asi la parte más lisa y pareja queda arriba.
Cubrir con la cobertura utilizando una espátula.
La cobertura se prepara haciendo hervir la crema de leche, retirando del fuego y adicionándole el chocolate. Remover bien para integrar.

giovedì, ottobre 27, 2005

LA PASION según Ribot



La pasión se opone a la emoción por el predominio de un estado intelectual, y por su estabilidad y duración. “La pasión es una emoción prolongada e intelectualizada, habiendo sufrido, por este hecho, una metamorfosis necesaria”. Es un estado secundario y complejo. Tiene parte natural y parte artificial es obra del pensamiento y de la reflexión aplicada a los instintos y tendencias del sujeto. Es un estado psicofísico.
Las pasiones tienen causas externas como las condiciones del medio exterior que pueden favorecer su nacimiento, pero tienen, de antemano, que estar internamente en estado latente. Otra causa es la imitación que solo causa las pasiones débiles adquiridas y de poca duración. Y la última causa externa es la sugestión, que es una forma de imitación donde la iniciativa viene del medio exterior, que obra sobre el sugestionado, y es causa de pasiones colectivas.
También hay una sola causa interna de las pasiones y es la constitución fisiológica del individuo, su temperamento y carácter.
El hombre para Ribot es un ser afectivo lleno de tendencias y deseos, si entre todas estas tendencias no sobresale ninguna y todas están al mismo nivel falta el carácter afectivo de constituye la pasión.
Así va a diferenciar el individuo de una sola pasión donde esta tendencia se afirma de una manera notable que hasta los demás individuos pueden saber en que sentido se orientará esa persona. Y el individuo de varias pasiones tienen un sensibilidad extrema ante todo acontecimiento.
Pero Ribot hace la salvedad de diferenciar a estos individuos de varias pasiones de los sentimentales, que viven en un mundo de sueño pero que carecen de impulso para actuar y no tienen objeto fijo, y de los impulsivos emocionales que no tienen tendencias con objeto fijo ni profundidad,( esto se opone a un estado duradero por lo cual se opone a la pasión).
Por otra parte da cuenta de tres caracteres de la pasión a saber:

la intensidad, la duración, y la idea fija.

Esta última, obra como un objeto o fin, que solicita sin cesar. Ella constituye la pasión,
junto con la cooperación de la asociación, es lo que “mueve todo lo que favorece a las pasiones y las confirma”, y junto a la disociación aísla todo lo que no las confirma. Además esta también en juego la imaginación que es tomada como imaginación creadora (donde incluye la libre imaginación propia del artista y la imaginación sometida a un determinismo donde se esta incesantemente reflexionando).

pd: quise poner este fragmento de la pasión desarrollado por Ribot,(resumen hecho por v.) porque es un tema sobre el que hemos charlado mucho por teléfono con mi hija por opción en estos días. Asombra la similitud en la complejidad de nuestras almas.A las dos nos había impactado el mismo fragmento y la misma idea. Ella está pasando ese sufrimiento inherente a todos aquellos que viven, que traspasan la vida y se dejan traspasar por ella, a veces con el alma a la intemperie. Esos trechos de la vida en que uno se siente morir en el intento... pero vivir es también eso, además de gozar, vivir es sufrir, padecer y padecer con. Vivir es pasión. Entre el dolor y la nada elijo el dolor, decía el viejo Borges...

mercoledì, ottobre 26, 2005

HURACANES


pienso mucho, en medio de tantos huracanes. Pienso en mi vida, arrasada por uno hace unos años. Pienso en mí, en lo difícil que es terminar de juntar los restos y empezar de nuevo. En los miedos y en ese sentimiento que te da la precariedad, la sensación de estar más allá del bien y del mal, si uno sobrevivió a eso, y a tantas muertes cotidianas, bien puede seguir, aunque tan poco quede de lo que fuimos.
El menor duerme. Mañana tiene prueba oral. Con el mayor he hablado por teléfono. Fue evacuado durante dos días a la ciudad deportiva. Todo está en orden nuevamente. Ha regresado a su lugar y pide le mande recortes de diarios con noticias, asi puede enterarse de lo que pasa acá. Y también de lo que pasa en el mundo.
Yo escribo,leo, investigo y escribo. Recuerdo una vez más esa bella frase que leí alguna vez de un chino: "ahora que se ha quemado mi casa puedo ver mejor la luna", bella y trágica.Como la vida. Hoy me siento un poquito mas viva, tal vez porque he cargado las pilas en la capital. Todo parece casi en orden. Si no fuera por esta "pasión" que no cesa. La idea fija de traslocarme de este sitio hacia mi lugar en el mundo. Todavia deberá pasar agua debajo de los puentes. Después podré destruirlos uno a uno.

Meditación en el umbral


Rosario Castellanos (México, 1925-1974)

" No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser. "

la isla sufre a wilma




domenica, ottobre 23, 2005

WILMA


Después cargo las fotos que tengo de Wilma. Impresionan mucho. He ido siguiendo dia a dia su evolución y resulta espantoso, pero más espantoso lo siento cuando sé que se aproxima a la Isla.
Hoy fue un dia bastante movido, hice muchas cosas, y es la primera vez en todo el día que me siento frente a la pc. Por la mañana estuve en el jardín, corté rosas, controlé el huerto, lavé platos (puf) cociné, hice pasta casera, preparé la masa para dos tartas de frutas,por la tarde, coseché tomates cherry, hice las tartas (regular resultado, la masa salió dura)visité a la doncella del mayor, y todavía quedan cosas por hacer como preparar el viaje de mañana.
Llamé a la Isla, y ha sido evacuado, siempre me siento más que inquieta cuando ha sido evacuado..como se puede vivir asi? esperando de un momento a otro tener que irte y dejar todo para salvar tu vida? Además Fr me ha dicho que el polideportivo donde lo evacuan no es de lo más seguro, que está lleno de ventanales de vidrio.. en fin, solo me resta esperar… Ayer se me ocurrió que vivir así con los huracanes siempre pisándote los talones, por un lado es una experiencia buenísima en emergencias y por otro te da un sentido tan relativo de la vida..saber que hoy tenés y dentro de un instante podés perderlo todo..supongo que eso te hace más despojado de lo material, y hace que uno tenga que disfrutar más el presente…(serán por eso así los habitantes de la Isla?), F dice que tratan de gozar el momento, sin importarles el mañana.
Me voy a ayudarla a V con su trabajo de psicología via mail.

sabato, ottobre 15, 2005

PREGUNTA


¿acaso algún prisionero
te ha dicho alguna vez
cuándo y dónde
comenzaría a excavar el túnel?

ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE Anónimo




Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mia,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenia.
Vi entrar señora muy blanca,
muy mas que la nieve fria
por donde has entrado amor
como has entrado a mi vida.
Las puertas estan cerradas,
ventanas y celosias
no soy el amor amante
soy la muerte Dios me envia.
Ay muerte tan rigorosa
dejame vivir un dia,
un dia no puede ser
un hora tienes de vida.
Muy de prisa se cansaba
mas de prisa se vestia
ya se va para la calle
en donde su amor vivia.
Abreme la puerta blanca,
abreme la puerta niña,
como te podre yo abrir
si la ocasion no es venida.
Mi padre no fue a palacio
mi madre no esta dormida
si no me abres esta noche
ya no me abriras querida.
La muerte me anda buscando
junto a ti vida seria
vete bajo mi ventana
donde labraba y cocia.
Te echare cordon de seda
para que subas arriba,
y si el hilo no alcanzare
mis trenzas añadiria.
Se rompio el cordon de seda
la muerte que ahi venia
vamos el enamorado
que la hora ya es cumplida.

Crisis y ocaso del Imperio( Eric Hobsbawm)


Tres hilos conductores relacionan a los Estados Unidos globales de la era de la Guerra Fría con el intento de afirmar su supremacía mundial a partir del año 2001. El primero es su posición de dominación internacional, fuera de la esfera de influencia de los regímenes comunistas durante la Guerra Fría, y en el plano global desde la desintegración de la URSS. Esa hegemonía ya no se basa en la magnitud de la economía estadounidense. Si bien esta es importante, declinó a partir de 1945, y esa relativa declinación continúa. Ya no es el gigante de la producción global. El centro del mundo industrializado se desplaza con rapidez hacia la mitad oriental de Asia. A diferencia de los países imperialistas anteriores, y de la mayor parte de los demás países industriales desarrollados, los Estados Unidos dejaron de ser un exportador neto de capital y de ser el principal actor del juego internacional de compra o instalación de empresas en otros países, y la fuerza financiera del Estado reside en la persistente disposición de otros, sobre todo de los asiáticos, a mantener un déficit fiscal que de lo contrario sería intolerable.

En la actualidad, la influencia de la economía estadounidense descansa en gran medida en el legado de la Guerra Fría: el papel del dólar estadounidense como divisa mundial, las conexiones internacionales de las firmas estadounidenses que se crearon durante esa era (sobre todo en industrias relacionadas con la defensa), la reestructuración de las prácticas comerciales y transacciones económicas internacionales según pautas estadounidenses, a menudo con el auspicio de firmas estadounidenses. Se trata de elementos poderosos que seguramente sólo se reducirán con lentitud. Por otro lado, tal como lo demostró la guerra de Irak, la gran influencia política de los Estados Unidos en el exterior, que se basaba en una verdadera "coalición voluntaria" contra la URSS, no tiene bases similares desde la caída del Muro de Berlín. El enorme poder tecnológico-militar de los Estados Unidos resulta imposible de desafiar. Hace de los Estados Unidos actuales la única potencia capaz de una intervención militar efectiva inmediata en cualquier lugar del mundo, y en dos ocasiones demostró que puede ganar guerras pequeñas con gran rapidez. Sin embargo, como indica la guerra de Irak, ni siquiera esa capacidad destructiva basta para imponer un control eficaz en un país que resiste, y menos aún en el mundo. A pesar de ello, el dominio de los Estados Unidos es real, y la desintegración de la URSS lo hizo global.

El segundo hilo conductor es el peculiar estilo del imperio estadounidense, que siempre prefirió los estados satélite o los protectorados a las colonias formales. El expansionismo implícito en el nombre elegido para las trece colonias independientes de la costa este del Atlántico (Estados Unidos de América) era continental, no colonial. El expansionismo posterior del "destino manifiesto" fue tanto hemisférico como orientado al este de Asia, y tuvo como modelo la supremacía marítima y el comercio global del imperio británico. Hasta podría decirse que, en su afirmación de una completa supremacía estadounidense sobre el hemisferio occidental, era demasiado ambicioso como para verse limitado a la administración colonial de sus partes.

Así, el imperio estadounidense consistió en estados técnicamente independientes que obedecían a Washington, pero, dada su independencia, eso exigía una constante disposición a ejercer presión sobre los gobiernos, lo que comprendía presiones de "cambio de régimen" y, donde era posible (tal como en las minirrepúblicas de la región del Caribe), periódicas intervenciones armadas estadounidenses.

El tercer hilo conductor relaciona a los neoconservadores de George Bush con la certeza de los colonos puritanos de ser un instrumento de Dios en la tierra y con la Revolución Americana que, como todas las grandes revoluciones, desarrolló convicciones misioneras mundiales sólo limitadas por el deseo de proteger a la nueva sociedad de libertad universal de la corrupción del Viejo Mundo. La forma más eficaz de resolver el conflicto entre aislacionismo y globalismo fue algo que se explotó de manera sistemática en el siglo XX y que Washington sigue utilizando en el siglo XXI. Suponía descubrir un enemigo externo que representara una amenaza inmediata y mortal para el estilo de vida estadounidense y la vida de sus ciudadanos. El fin de la URSS eliminó al candidato más obvio, pero para principios de los años 90 ya se había detectado otro en el

"choque" entre Occidente y otras culturas renuentes a aceptarlo, sobre todo el islam. De ahí que los dominadores mundiales de Washington de inmediato reconocieran y explotaran las enormes posibilidades políticas de los atentados de Al-Qaeda del 11 de setiembre.

La Primera Guerra Mundial, que convirtió a los Estados Unidos en una potencia global, presenció el primer intento de llevar a la realidad esas visiones de conversión mundial, pero el fracaso de Woodrow Wilson fue espectacular, y tal vez debería ser una lección para los ideólogos actuales de la supremacía mundial de Washington, quienes con toda razón reconocen a Wilson como predecesor. Hasta el fin de la Guerra Fría, la existencia de otra superpotencia les imponía límites, pero la caída de la URSS los eliminó. Francis Fukuyama proclamó de forma prematura "el fin de la historia", el triunfo universal y permanente de la versión estadounidense de sociedad capitalista. Al mismo tiempo, la superioridad militar de los Estados Unidos alentó una ambición desproporcionada en un estado lo suficientemente poderoso como para creerse capaz de la supremacía mundial, algo que nunca hizo el imperio británico en su momento. De hecho, cuando comenzó el siglo XXI, los Estados Unidos ocuparon una posición sin precedentes y extraordinaria en términos históricos de influencia y poder global. Por ahora es, según los criterios tradicionales de la política internacional, la única gran potencia, y sin duda la única cuyo poder e intereses se extienden a todo el mundo. Domina a todas las demás.

Todos los grandes imperios y potencias de la historia sabían que no eran los únicos, y ninguno estuvo en posición de apuntar de forma genuina a la dominación global. Ninguno de ellos se consideraba invulnerable.

Sin embargo, eso no explica del todo la evidente megalomanía de la política estadounidense desde que un grupo de funcionarios de Washington decidió que el 11 de setiembre les daba la oportunidad ideal para declarar su dominio sobre el mundo. Y la razón es que carecieron del apoyo de los pilares tradicionales del imperio estadounidense posterior a 1945, el Departamento de Estado, las fuerzas armadas y la inteligencia, y de los estadistas e ideólogos de la supremacía de la Guerra Fría, de hombres como Kissinger y Brzezinski. Estos eran personas tan implacables como los Rumsfeld y los Wolfowitz. (Fue en su época que en Guatemala tuvo lugar un genocidio de mayas en los años 80.) Habían elaborado una política de hegemonía imperial sobre la mayor parte del mundo durante dos generaciones, y estaban dispuestos a extenderla a todo el globo. Criticaron y siguen criticando a los planificadores del Pentágono y a los neoconservadores que impulsan la supremacía mundial porque es evidente que éstos no tienen más ideas concretas que la imposición de su supremacía mediante la fuerza militar, con lo que tiran así por la borda toda la experiencia acumulada de planificación militar y diplomacia de los Estados Unidos. No cabe duda de que el desastre de Irak confirmará su escepticismo.

Incluso aquéllos que no comparten la opinión de los viejos generales y procónsules del imperio mundial de los Estados Unidos (que fueron tanto los de los gobiernos demócratas como los de los republicanos) coincidirán en que no puede haber ninguna justificación racional para la política actual de Washington en términos de los intereses de las ambiciones imperiales estadounidenses o los intereses globales del capitalismo estadounidense.

Puede ser que sólo tenga sentido en términos de cálculos, electorales o de otro tipo, de la política interna de los Estados Unidos. Puede ser un síntoma de una crisis más profunda en el seno de la sociedad estadounidense. Puede ser que represente la colonización —cabe esperar que por poco tiempo— del poder de Washington por un grupo de doctrinarios cuasi revolucionarios. (Por lo menos un defensor ''ex marxista'' de Bush me dijo, y sólo a medias en broma: "Después de todo, esta es la única oportunidad de apoyar la revolución mundial que parece aproximarse.") Todavía no puede darse respuesta a esas preguntas.

Es indudable que el proyecto fracasará. Sin embargo, mientras continúa, seguirá haciendo del mundo un lugar intolerable para aquéllos que se vean expuestos en forma directa a la ocupación armada estadounidense, y un lugar menos seguro para el resto de nosotros.

martedì, ottobre 11, 2005

un día como tantos







estos días son bastante calmos. La obsesión de irme no me abandona, pero aprovecho para hacer pequeñas cosas que me gustan. Navegar, ordenar mis libros, limpiar mi covacha y poner flores en el altar, leer (terminé la biografía de García Márquez, VIVIR PARA CONTARLA)más allá de alguno de sus artificios verbales, de esos que siempre hacen sonreír, no me convenció demasiado. Eludió sistemáticamente cosas muy íntimas y se concentró en el entorno.Lo mejor, el relato de la familia, al principio, sin dudas el germen de Cien años de soledad y de todas sus novelas. Es llamativo como las obsesiones se repiten en los escritores. La mejor frase: ..."yo no hice más que eludir las trampas de la nostalgia con la cobardía mezquina de que sólo los hombres somos capaces." Interesante las recomendaciones de libros y música (las voy a anotar).
Continúo ahora con la suspendida lectura de OPUS NIGRUM de la Yourcenar.
Amasé pan con las hijas de mi amiga actriz. La cocina sigue siendo la mejor terapia.
Sigo sin poder acercarme demasiado al menor, siempre está con la cabeza dentro del monitor. Parece que esa fuera su barrera defensiva antimadres. Hoy hablé con el mayor. Lo noté contento y animado. Su doncella lo había llamado por teléfono. Dejó de ir a Cienfuegos para jugar al rol con sus amigos que vinieron de Santa Clara. O sea, no cambió demasiado. Respecto de "sus chicas" como las llamaba, dice haberse "retirado" y estar hecho "una ruina de don juan" (sabina). Estoy preocupada por el libro y por el tema económico. Lo del menor, parece insoluble, al menos hasta que pase la adolescencia. Está en la etapa del : por qué habré nacido de esta madre tan idiota. Paciencia.
Sigo teniendo mucho sueño, debe ser el antidepresivo, el insomnio nocturno y el famoso síndrome de la bella durmiente, aquél que siempre tengo en los peores momentos, en los cuales sólo quiero despertar dentro de 100 años, cuando todo haya pasado.
Cada día me siento más ajena en este mundo que va a contramano. Siguen las catástrofes naturales y la expansión incesante de los del norte. Ahora le tocó a Pakistán, un terremoto que ya tiene mas de 30 mil muertos. Se acerca la Cumbre de las Américas, y los americanos están haciendo looby para el tratamiento de los temas que ellos consideran importantes (importa lo que piensen los demás?) . Esto será nada más que para problemas. Ya han fortificado la ciudad y piensan usar misiles defensivos.
Nunca fui apocalíptica, pero lo que se ve del mundo últimamente, es espantoso, no hay un solo lugar tranquilo para refugiarse...
La gente está cada día más loca...acá te disparan por cualquier cosa. En el resto de latinoámerica también. En Europa y el Norte, la xenofobia y el racismo son más que preocupantes. Hoy vi golpear despiadadamente por la policía a un negro anciano en New Orleans, era insoportable ver como golpeaban su cabeza contra una pared, a puñetazos.
Todos están agresivos y con los valores cada vez mas trastocados.Hacen cualquier cosa por el poder y por la plata. El desprecio por la vida en todas sus formas es inadmisible. Pero nadie hace nada por detenerlo.
Me siento una extraterrestre. Y somos varios.

IO, CLANDESTINO A LAMPEDUSA, Fabrizio Gatti




Un nome inventato e un tuffo in mare. Non serve altro per essere rinchiusi nel centro per immigrati di Lampedusa. Basta fingersi clandestino e in poco tempo ci si ritrova nella gabbia dove ogni anno migliaia di persone finiscono il loro viaggio e dove nessun osservatore o giornalista può entrare. La via più veloce per infiltrarsi nella Cayenna dell'Unione europea prevede un salto dagli scogli e qualche ora in acqua. Se non si vuole partire dalla Libia e rischiare di affondare con le barche sovraccariche, non esistono alternative. Così ho scelto un nome straniero e uno stratagemma preso in prestito da Papillon, il mitico film del 1973: per fuggire dalla Cayenna, quella vera, Steve McQueen si butta dalle rocce e si affida all'Oceano aggrappato a una zattera di fortuna. Solo che qui lo scopo non è scappare ma farsi prendere. Ed è ciò che mi è successo: ripescato da un automobilista, catturato dai carabinieri sul lettino del pronto soccorso e rilasciato la settimana dopo, la sera di venerdì 30 settembre. Libero, con la possibilità di andare a lavorare in qualunque città d'Europa come clandestino, nonostante i precedenti penali e una condanna nel 2004. Comincia e finisce così il diario di otto giorni da prigioniero nell'inferno di Lampedusa. Il prezzo da pagare per assistere in prima fila a umiliazioni, abusi, violenze e a tutto quanto l'Italia ha sempre nascosto alle ispezioni del Parlamento europeo e delle Nazioni Unite. Ma è anche l'opportunità per vivere l'immane solitudine di uomini, donne e bambini che, nella fatica di migliorare la propria vita, hanno avuto contro il deserto, i trafficanti, le tempeste e adesso che sono sbarcati hanno contro la legge che dovrebbero rispettare.

Venerdì 23 settembre

Il Mediterraneo stasera ha il respiro lento. Sotto il cielo senza luna, l'acqua non si vede. Si sente soltanto il suono, due o tre metri laggiù ai piedi della scogliera. Prima del salto, bisogna sincronizzarsi con il ritmo del mare. Entrare in acqua quando l'onda è più alta, sfruttare la risacca e allontanarsi subito dalle rocce. Uno. Due. Al tre il freddo già avvolge il corpo: da questo momento sono Bilal Ibrahim el Habib, nato il 9 settembre 1970 nel villaggio immaginario di Assalah, distretto di Aqrah, Kurdistan iracheno. Sugli scogli non sono rimaste tracce. Scarpe e calze sono state affondate con quattro sassi. E anche il rotweiler randagio che aveva deciso di seguirmi e passare la sera in compagnia, adesso se ne sta andando un po' perplesso. Bilal non ha molto con sé. Ha addosso pantaloni di tela neri, boxer, maglietta di cotone, una felpa blu, un pile pesante e un giubbotto di salvataggio con una scritta in arabo. Sul petto Bilal stringe una borsa sportiva. Dentro ci sono tre scatolette di sardine 'Product of Morocco', tre panini ormai poltiglia, una bottiglia d'acqua e un paio di vecchie ciabatte di plastica. Ma quella borsa, gonfia d'aria, aiuta soprattutto a galleggiare. È la serata ideale per buttarsi in mare senza essere visti. Nel cielo rimbalzano le luci e i suoni di 'O' Scià', il festival di Claudio Baglioni. Quasi tutti i turisti, gli abitanti e le pattuglie di polizia e carabinieri sono allo spettacolo. E Bilal può nuotare indisturbato fino a un promontorio su cui brillano le finestre di una villa. C'è un andirivieni di ragazzi, auto e scooter. E prima che qualcuno si accorga dell'uomo in mare, passano almeno quattro ore e mezzo.

La gente di Lampedusa e le infermiere del pronto soccorso hanno regalato tutta la loro generosità. Ma adesso Bilal è su una macchina dei carabinieri. I fari illuminano una strada senza uscita accanto all'aeroporto. Poi un cancello sulla destra, decorato dal filo spinato. Apre un carabiniere in tuta antisommossa, anfibi e pistola nella fondina. Saranno le due e mezzo di notte. Anche se per la legge resta un libero cittadino, da qui Bilal non può più andarsene. "Dal pronto soccorso ci hanno consegnato questo", dice al collega il militare sceso dall'auto. Bilal viene accompagnato a testa bassa fino a un piccolo cortile dove aspettano altri carabinieri e un ragazzo con la divisa della Misericordia, l'associazione che ha in appalto il centro di Lampedusa. Il ragazzo offre un bicchiere d'acqua e quattro confezioni di cornetti. Poi toglie da un sacchetto una maglietta di cotone e una tuta da ginnastica: "Mettiti queste che stai più caldo", dice. "Come ti chiami? Da dove vieni?", vuol sapere un carabiniere. "I don't understand", sussurra Bilal, non capisco. La domanda viene rifatta in inglese maccheronico. "Kurdistan? Ma se questo è più bianco di me, come fa a essere curdo?", chiede un carabiniere molto abbronzato. Bilal tiene gli occhi bassi sulle sue ciabatte logore e ascolta le voci. "Un curdo che parla inglese. Sarà. Non è che questo è un giornalista della Cnn infiltrato qui dentro?". "Sì, o magari è un giornalista italiano?". "Ma va', gli italiani non fanno queste cose", risponde la prima voce. Pericolo scampato. "Bilal, you must tell ze verity", urla un carabiniere, devi dire ze verity. "Ze verity, understand? Se no bam bam", e mima gli schiaffi. Verity? In inglese verità si dice truth. Sarà un errore o un tranello? "Bilal vieni", chiama il ragazzo della Misericordia. Trascina un materassino di gommapiuma preso da una pila di materassi. Lo sistema in corridoio, tra una fila di cessi puliti e la porta di un altro gabinetto molto sporco. Poi lo ricopre con un lenzuolo di carta. "Stanotte lo facciamo dormire qui", dice il ragazzo ai carabinieri. Un altro immigrato sta russando, avvolto come una mummia in una coperta. E da una porta semichiusa si intravvedono le sagome di decine di donne stese sul pavimento e un bambino. Quando Bilal torna dal gabinetto, dove è sempre stato seguito da un carabiniere, trova il suo posto occupato. Più di 200 mosche hanno pensato che quel lenzuolo bianco e fresco di cartiera fosse per loro. Ma sono mosche educate. Si alzano quando Bilal arriva e si riappoggiano su di lui soltanto dopo che si è sdraiato. Il tentativo di scacciarle è una battaglia persa. Dal pavimento sale un fortissimo odore di urina. Dal soffitto la luce non si spegne mai. I carabinieri ridono e parlano a voce alta tutta la notte. È difficile prendere sonno. E poi c'è il problema del colore della pelle. Occorre inventarsi una spiegazione credibile prima di domani mattina. Forse questa può andare: Bilal è così pallido perché il papà è curdo, ma la mamma è bosniaca.

Sabato 24 settembre

L'alba si annuncia con un fragore assordante. Nel dormiveglia sembra il rumore di un aspirapolvere. No, forse è una lucidatrice. Ma no, è troppo forte. La puzza risolve il mistero. Sì, queste sono esalazioni di jp, il carburante degli aerei. Ecco cos'è: l'aeroporto accanto. Quando gli Airbus fanno manovra, sparano il getto dei motori dritto dentro le finestre dove dormono gli immigrati. È ancora buio, ma ormai sono tutti svegli. Dalla stanza delle donne escono ragazze eritree o etiopi. Altre appaiono da una seconda porta. C'è anche una donna con il pancione della gravidanza. Il conto è subito fatto: tra teenager e adulte sono quasi una cinquantina. In più Bilal e l'altro uomo che dorme in corridoio. Per tutti c'è un solo water, quattro docce e qualche lavandino. I carabinieri non vogliono che si usino le loro turche, le uniche che profumano di candeggina. Per evitare domande e guai, Bilal finge di dormire. Ma osserva e ascolta. C'è un viavai di carabinieri e qualche poliziotto intorno a lui. Si chiedono se sia davvero curdo. Le ragazze africane passano il tempo ad annodarsi treccine. Una di loro, che non avrà più di vent'anni, ha tutte le unghie smaltate a metà. La parte sopra è abbellita da un leggero velo perlaceo, la parte sotto è cresciuta senza cura. Forse dove finisce lo smalto è cominciato il suo viaggio. Fuori, nel piccolo cortile, pendono scarpe, pantaloni e maglie delle ultime arrivate. Ieri sera sono sbarcati 161 immigrati, poi altri 37, e poi Bilal. C'è un libro del Corano messo ad asciugare al sole. "Bilal", urla forte una voce. "Tu", dice un poliziotto e con la mano fa capire che bisogna seguirlo.

L'ufficio identificazioni della polizia è una grande stanza con quattro scrivanie. Bilal lo fanno sedere in fondo a destra. Di fronte a lui due poliziotti in borghese, un computer e un ragazzo con il volto berbero. È l'interprete: "Parli arabo?", chiede in arabo. "Sì". "Da dove vieni?". "Kurdistan. Ma vorrei continuare in inglese, l'arabo non è la mia lingua, gli arabi hanno occupato la mia terra", risponde Bilal. Scegliere la lingua è il primo nell'elenco dei 'Diritti degli immigrati' scritto su carta della Prefettura di Agrigento e appeso in corridoio. All'interrogatorio si aggiunge una ragazza che chiamano dottoressa e indossa una maglietta mimetica stile esercito americano. Vuole sapere tutto. Bilal racconta di voler andare in Germania. E di essere stato chiuso in un container in Turchia, caricato su un mercantile e messo su una lancia a motore a qualche miglio dalla costa italiana. Poi la lancia si è spaccata, è affondata e Bilal si è salvato a nuoto. Vogliono sapere della scritta in arabo sul giubbotto salvagente. "C'è scritto: La felicità 3. Forse è il nome di una nave", spiega l'interprete di arabo. "Tu sai cosa c'è scritto?", chiede la dottoressa, sempre in inglese. "Sì, as Soror, la felicità: tutti noi siamo venuti in Europa a cercarla". Bilal deve ripetere tre volte la storia del suo viaggio. Cercano di metterlo in contraddizione. Fanno domande tranello: "Se sei curdo, parli urdu". "No, l'urdu è una lingua del Pakistan". Poi si arrabbiano: "Tu non vieni dalla Turchia, tu arrivi dalla Libia. E quella scritta in arabo lo dimostra. Noi adesso ti rimandiamo da Gheddafi", promette la dottoressa. "Ce lo lascia un attimo che lo portiamo nella sala delle torture?", le chiede un poliziotto robusto che si è appena aggiunto al gruppo. Ma forse è solo un modo per capire se Bilal parla italiano e per spaventarlo. L'interrogatorio ritorna subito a un volume più umano. La dottoressa prende il telefono e protesta con la stazione dei carabinieri perché chi ha prelevato Bilal al pronto soccorso non ha scritto il verbale e nessuno sa dove sia stato pescato e chi lo abbia portato nel centro. "Ecco, devi dire al maresciallo che è un coglione", conclude la dottoressa. Dopo l'interrogatorio, bisogna lasciare le impronte digitali. Le dita e il palmo delle mani vanno premuti sul vetro rosso di uno scanner e si è automaticamente schedati. Fuori, 21 teenager aspettano il loro turno. Avranno tra i 15 e i 20 anni, visti insieme sembrano una classe di liceali in gita. Sono tutti di Kerouane, in Tunisia, tutti vicini di casa, tutti partiti con la stessa barca. Bilal non ha il tempo di sedersi accanto a loro. Un poliziotto gli consegna un biglietto con il numero di matricola 001 e lo affida ai carabinieri. Lo portano davanti a un grande cancello verde incorniciato da rotoli di filo spinato. Un altro carabiniere apre il lucchetto, poi sblocca il catenaccio. Subito dopo il cancello si richiude.

Centinaia di immigrati sono seduti sull'asfalto in file da dieci tra due baracche prefabbricate e quattro container. "Oggi siamo a quota 447", avevano detto nell'ufficio di polizia. I carabinieri gridano e ridono. Sulla tuta hanno il distintivo rosso del reparto: 1 Brigata Mobile. "Vai in fondo, muoversi, muoversi", urla uno dei militari. Bilal va a sistemarsi dietro a tutti, accanto a un cinquantenne magro e piccolo con la maglia di Bergkamp, e due ragazzi egiziani. Due rigagnoli di liquido violaceo escono da una porta a destra e scivolano sotto i piedi delle ultime file. Il liquame puzza di urina e fogna. "Seduti", urla uno dei carabinieri, "Sit down". "Ma qui in fondo è una schifezza", dice il collega, un ragazzone con accento napoletano. "Il maresciallo ha detto di farli sedere. Sit down", grida più forte il primo e sorprende un immigrato alle spalle, frustandolo sulle orecchie con i suoi guanti in pelle. Bilal e gli altri si erano accovacciati sulle caviglie per non sporcarsi con il liquame. Ma non basta ai carabinieri. Per evitare botte bisogna rassegnarsi e bagnarsi. Là davanti l'interprete berbero e un poliziotto in borghese chiamano i prossimi che lasceranno il campo. Un aereo è in partenza per il Cpt di Bari o forse per la Libia. Nessuno spiega nulla. Il carabiniere con i guanti di pelle tenta di chiudere a calci la porta da dove escono i rigagnoli. Poi si piazza in posizione strategica e sempre con i guanti frusta sulle orecchie chi viene chiamato dall'interprete. Qualcuno deve ripassargli davanti per andare a prendere in camerata il sacchetto con le poche cose. E si riprende un'altra sventola. Ride il carabiniere, occhiali e carnagione pallida. E ridono anche i suoi colleghi. Altra frustata. Per loro è solo un gioco. L'interprete e i poliziotti fanno finta di non vedere. Ma tra le file sedute a terra, ragazzi e uomini mormorano di rabbia. "Italiano, puttana, cornuto", sussurra lo smilzo con la maglietta di Bergkamp.

Non sembra per niente un centro di accoglienza. E qui dentro non c'è nemmeno l'atteggiamento di rispetto che i poliziotti dell'ufficio di identificazione avevano alla fine mantenuto. Bilal e tutti gli altri devono rimanere seduti e rannicchiati per più di un'ora perché dopo l'appello si resta in coda per il pranzo. Un piatto di plastica con pasta e tonno, un altro con bocconcini di pesce fritto (forse) e verdura in agrodolce, un panino, una mela e una bottiglia di due litri d'acqua da dividere in due senza bicchieri. Un'occasione per socializzare ma anche un rischio se qualcuno è entrato con malattie infettive. Nemmeno Bilal è stato visitato dal medico del centro. Si mangia per terra sotto il sole rovente, appoggiando pane e mela sull'asfalto o sui muretti. Il pomeriggio bisogna trovare un posto dove ripararsi dal caldo. I letti a castello sono tutti occupati. Dormono a decine perfino sui tavoli della mensa. Nessun assistente della Misericordia spiega a Bilal cosa deve fare. Dietro alla mensa-dormitorio c'è qualche materassino lasciato da chi è appena partito. Guardando meglio molti sono pieni di insetti minuscoli, forse pulci. E non ci sono nemmeno le lenzuola di carta per proteggersi, abbandonate fuori perché un poliziotto aveva fatto capire che la Misericordia le avrebbe distribuite una volta dentro la gabbia. Ma non era vero. Bilal crolla addormentato sotto il sole, proteggendosi la testa con l'asciugamano che gli hanno dato come coperta. Lo risveglia un egiziano: "Ehi, ashara-ashara". Ashara? In arabo significa dieci. "Ashara-ashara", urlano pattuglie di carabinieri entrate nel campo con i manganelli Tonfa infilati nel cinturone. Bisogna andare a risedersi sul viale dei liquami. In file da dieci, "ashara-ashara". È un altro trasferimento: questa volta l'aereo dell'Alitalia parte per Crotone. Chiamano anche lo scafista egiziano di Rosetta che ha guidato la barca di 161 persone arrivata ieri sera. Carnagione chiara, capelli neri voluminosi. Nel suo zainetto gli hanno trovato (e lasciato) cinquemila euro in contanti, la paga per il suo lavoro. "Questo qua è la terza volta quest'anno che passa da Lampedusa", lo indica un appuntato dei carabinieri. Qualcuno dovrebbe però spiegare perché questa volta lo scafista è rimasto a Lampedusa meno di 24 ore.

Prima di sera l'ufficio identificazioni scopre che le impronte di Bilal corrispondono a quelle di un altro immigrato: Roman Ladu, nato a Bucarest il 29 dicembre 1970. È il nome che ho usato nel 2000 per entrare nel Cpt di via Corelli a Milano, poi chiuso per le precarie condizioni di detenzione. Il computer però non dice ai poliziotti che Roman Ladu è in realtà un giornalista. E forse nemmeno che il giornalista, alias Roman Ladu, per quell'inchiesta è stato denunciato e condannato a venti giorni di carcere. Così Bilal, vero pregiudicato, può tenere duro. "Tu sei romeno e parli italiano", insiste un ispettore in borghese. Un suo collega si avvicina e chiede "Ce face?", come stai. E poi all'orecchio di Bilal sussura: "Pizda, pizda, pizda, pizda, pizda...", un modo poco elegante usato in Romania e altrove per chiamare i genitali femmili. Lo sguardo di Bilal resta fisso nel vuoto. Ci riprovano con un'interprete marocchina che alla fine conclude: "Non credo sia romeno. Parla l'arabo, però continua a chiedere che l'interrogatorio sia in inglese".

span style="font-style:italic;">Domenica 25 settembre

Bilal ha deciso di andare al gabinetto quando è notte. I gabinetti sono un'esperienza indimenticabile. Il prefabbricato che li ospita è diviso in due settori. In uno, otto docce con gli scarichi intasati, quaranta lavandini. E otto turche di cui tre stracolme fino all'orlo di un impasto cremoso: la sorgente dei due rigagnoli. L'altro settore ha cinque water, di cui due senza sciacquone, cinque docce e otto lavandini. Dai rubinetti esce acqua salata. Non ci sono porte, non c'è elettricità, non c'è privacy. Si fa tutto davanti a tutti. Qualcuno si ripara come può con l'asciugamano. E non c'è nemmeno carta igienica: bisogna usare le mani. Lì dentro è meglio andarci di notte perché di giorno il livello dei liquami sul pavimento è più alto dello spessore delle ciabatte e bisogna affondarci i piedi. Ma anche il pediluvio nel lavandino prima di uscire diventa un problema: perché non appena si sfila il piede, la ciabatta comincia a galleggiare e a navigare con la corrente. Eppure il 15 settembre il leghista Mario Borghezio, guidando una delegazione di europarlamentari, ha detto che il centro di Lampedusa è un hotel a cinque stelle e che lui ci abiterebbe: quel giorno il ministero dell'Interno gli aveva fatto trovare soltanto 11 reclusi e quella settimana i trafficanti avevano deviato la rotta dei barconi fino in Sicilia. Chissà, forse nell'appartamento di Borghezio è normale avere i pavimenti coperti di liquami. Ma la maggior parte degli immigrati rinchiusi qui dentro viene da case pulite in cui si entra addirittura a piedi nudi.

La colazione è un bicchiere di latte freddo, due cornetti e la bottiglia d'acqua da dividere in due. All'ashara-ashara del mattino i carabinieri si accorgono che mancano cinque persone. Ma parlando tra loro decidono di non segnalarlo. Impossibile sapere chi sia scappato perché non si fa nessun appello: i reclusi vengono solo contati. A metà della recinzione che separa dall'aeroporto, proprio dietro uno dei pali con le telecamere a circuito chiuso, il filo spinato è tagliato. E sul palo sono rimasti due lacci di stoffa bianca, forse legati lì per facilitare la presa di chi si è arrampicato fin sopra la rete. I carabinieri rifanno il conto un'altra volta e rimettono tutti a sedere sotto il sole. Si resta così ore perché c'è un'altra chiamata. Fanno partire tutti gli eritrei e gli etiopi sbarcati lunedì 19. Tra loro, un'intera famiglia di fratelli e cugini, gli Abraham. Sono scappati dall'Eritrea per non essere mandati al fronte, vogliono continuare a studiare in Europa. Uno di loro, Youssef, è una promessa dell'atletica: ha continuato ad allenarsi anche nel centro, ogni mattina alle sei. Ci sono molti minorenni, rinchiusi da una settimana insieme agli adulti. Un carabiniere là davanti mostra loro un grosso telefonino e qualcuno si copre gli occhi con le mani. Ma non si capisce perché. Ahmed Ibrahim ha da giorni un'infezione intestinale. Chiede di andare alla toilette e dopo qualche minuto i carabinieri gli danno il permesso di alzarsi. Al gabinetto ci resta un bel po'. "Ma è tornato quello che è andato in bagno?", domanda uno dei militari. "E no che non è tornato, adesso vado a fare un giro". Altri chiedono di andare in bagno, ma i carabinieri non danno più il permesso. Dopo quasi mezz'ora Ahmed Ibrahim riappare, sudato e sfinito. "Tu", gli urla il carabiniere che mostrava il telefonino, "tu sei un cornuto". Ahmed lo guarda spaventato. "Sei un cornuto. Vai a sederti e non ti alzare più". I colleghi ridono. Alla fine partono in 150, forse per il centro di Caltanissetta. Ci si rialza e ci si risiede subito dopo per l'ashara-ashara del pranzo. Bilal ora è in terza fila. Un'altra lunga attesa, seduti e rannicchiati. Si avvicina il carabiniere con il grosso telefonino. È il meno robusto tra i suoi colleghi. Ha capelli neri curati, un neo ben visibile sulla guancia destra, un bracciale argentato e uno di cuoio con medagliette dorate al polso destro, e un orologio con cinturino in pelle al polso sinistro. Dopo aver fatto sentire un po' di musica tecno, schiaccia un altro tasto e il telefonino comincia ad ansimare. Lui si china, mostra lo schermo ai minorenni seduti accanto a Bilal. Sono immagini di un film porno scaricate forse da Internet. Il carabiniere si rialza e sorride: "E dopo, shampoo", annuncia ai minorenni mimando il gesto della masturbazione. I ragazzini ridono. Poi si china di nuovo sulla prima fila, la percorre e pretende che tutti guardino. Un trentenne si copre gli occhi con le mani. È uno dei ragazzi che ieri sera ha guidato la preghiera sul marciapiede-moschea. È un musulmano praticante e non vuole guardare. Il carabiniere con il neo gli strappa le mani dagli occhi: "E guarda che così impari", dice piazzandogli lo schermo davanti al naso. Il trentenne si volta, guarda Bilal con gli occhi lucidi. Un carabiniere alle loro spalle scherza con il collega: "Ma lascia perdere che quello è frocio".

Arriva il comandante, un appuntato che nel tempo libero gira con bandana, camicione e pantaloni fino al polpaccio. E il tormento non è finito. L'appuntato vuole farsi fare una foto davanti ai reclusi. Lui grida "Italia" e tutti devono alzare il pollice destro e rispondere "Uno". "Forza", dice un altro carabiniere, "chi non risponde 'uno' non mangia". Bilal non risponde e non alza nemmeno il braccio. Il carabiniere lo vede. Bilal lo fissa negli occhi e quello lascia perdere.

Poco dopo la polizia rivuole Bilal in ufficio. Ma non è per un interrogatorio. Due ispettori, sempre gentili e rispettosi, gli fanno indossare il giubbotto di salvataggio che hanno sequestrato la notte dello sbarco. Vogliono semplicemente fare una foto ricordo con lui. Uno si mette a destra, l'altro a sinistra: "Bilal smile, sorridi". Da quello scatto nessuno si occuperà più dell'identità dello strano immigrato curdo. Passa un'altra giornata. Su uno spiazzo di sassi appuntiti si gioca a calcio. Non ci sono scarpe per tutti. Così metà giocatori calza la destra, l'altra metà la sinistra e i due portieri restano a piedi nudi. Poco prima di cena cala il silenzio, all'improvviso. Un pullmino e un'ambulanza scaricano 21 immigrati neri. Sono sfiniti, affamati, seccati dal sale e bruciati dal sole. Passano davanti al cancello e agli sguardi fissi sulla loro sofferenza. Vengono fotografati, registrati, spogliati e perquisiti. Ricevono un tè caldo, un cornetto, un asciugamano e chi ha i vestiti logori, anche una tuta. Non si reggono in piedi. Ma dopo mezz'ora il cancello si apre e a gruppi di sei vengono spinti nella gabbia. Non sanno dove andare, barcollano. Due sono senza scarpe e quando vedono le condizioni del gabinetto tornano indietro a chiederne un paio. Cherriere, un arabo- francese sospettato di essere uno dei più famosi scafisti del Mediterraneo, impone ai carabinieri che gli ultimi arrivati siano serviti prima di tutti. Cherriere è il vero mediatore culturale: carabinieri e polizia lo chiamano spesso per farsi aiutare con l'arabo o per smussare le tensioni. Il medico ha mandato nella gabbia anche un uomo malato di scabbia. Non riesce nemmeno a sedersi per le piaghe, ma i militari insistono perché si metta come gli altri. L'ultimo entrato deve avere un colpo di sole perché continua a ciondolare. I carabinieri lo fanno andare avanti e indietro tre volte. "Quanto ha bevuto questo?", ride un militare. Bilal e Cherriere ottengono che anche lui sia messo in prima fila con i compagni di viaggio. Poi un carabiniere parla di Bilal convinto di non essere capito: "A questo qua dobbiamo insegnargli a farsi i cazzi suoi". Ma per le scarpe non c'è niente da fare. "Le scarpe le abbiamo date a tutti, dite a quei due che non scassino la minchia", gracchia il caposervizio della Misericordia, un uomo con i capelli bianchi, molto diverso da Angelo, Andrea o il cuoco, i ragazzi sempre disponibili anche se lavorano sodo tutto il giorno. E i due restano a piedi nudi. Dopo cena gli ultimi arrivati guardano la rotta tra la Libia e Lampedusa dipinta sul prefabbricato all'ingresso: "Abbiamo perso l'orientamento e siamo rimasti in mare sette giorni. Mia moglie diceva: we gonna die, moriremo. Ma io le dicevo: no, Dio ci porterà in Europa". Sono quasi tutti cristiani. Prima di andare a dormire intonano un gospel di ringraziamento al buio di una camerata. Impossibile trattenere le lacrime.

Lunedì 26 settembre

Bilal finalmente ha trovato una branda su cui dormire. Stesso materasso di gommapiuma e stessa coperta usata da chissà quante persone, in una stanza con gli scafisti egiziani e alcuni loro passeggeri. Ma la notte finisce presto. La sveglia è un lamento. Si alzano in molti e vanno a cercare chi sta male. Forse viene dalla prima camerata. Ma avvicinandosi il lamento prende la forma di una canzone stonata: "Ma quanto tempo e ancora, ti fai sentire dentro, quanto tempo e ancora.". Viene da oltre il cancello: i carabinieri giocano al karaoke con il computer portatile della polizia. Sono le quattro e mezzo del mattino, è lo stesso turno che ieri mattina ha mostrato le scene porno sul telefonino. C'è anche il loro appuntato. Sono di spalle e non si accorgono. Si torna a letto. Ma non si riesce più a dormire perché un'Airbus della Windjet continua a girare a bassa quota sopra Lampedusa. La torre di controllo ha le luci spente e i piloti aspettano che qualcuno si svegli per farli atterrare.

Subito dopo la colazione Bilal deve risolvere un problema serio: far sapere ai familiari e alla redazione che è rinchiuso nel centro. Al quarto giorno di silenzio, qualcuno potrebbe preoccuparsi. La possibilità di contattare la famiglia è al secondo posto tra i diritti degli immigrati secondo l'avviso che la Prefettura di Agrigento ha fatto appendere nelle camerate e nei bagni. Ma ogni volta che Bilal e gli altri hanno chiesto di ricevere o di comprare una scheda telefonica, il caposervizio della Misericordia ha risposto: "Non io, direttore". Oppure: "Bukara, domani". Oppure: "Non scassare la minchia". Sarà per questo che alcuni scafisti, chiusi da settimane nella gabbia, fanno affari d'oro vendendo a 20 euro schede da 3. Ma visto che nessuno può uscire, chi le passa dentro il cancello? Bilal deve assolutamente telefonare e ogni sistema di aprire la linea con un fil di ferro non funziona. Idea: il 118 risponde gratis. "Ho bisogno di aiuto, sono chiuso in un centro per immigrati e non ci fanno telefonare", dice Bilal in francese, "Devo avvertire la famiglia, per favore, vi do un numero di telefono italiano, chiamate e dite che Bilal è vivo. Vi costa meno di un euro". Non è uno scherzo: centinaia di papà e figli qui dentro hanno la stessa grave necessità. Ma nessuno è disposto a fare questo favore. Bilal riprova facendo a caso un po' di numeri verdi. All'800-400-400 risponde lo sportello di Madre segreta della Provincia di Milano. È una giunta di centro-sinistra: magari sono più sensibili ai diritti di un immigrato. Invece dopo mezz'ora di insistenze in inglese, la ragazza al telefono si inventa perfino una legge: "Non posso, la legge sul terrorismo mi vieta di fare questa telefonata". A nessuno interessano le angosce di questi immigrati chiusi in gabbia.

La sera, dopo cena, si prepara un'altra notte d'inferno. A Lampedusa sta arrivando una barca alla deriva con quasi 350 stranieri. I poliziotti dell'ufficio identificazione e i dipendenti della Misericordia tornano al lavoro. Anche i carabinieri della Brigata Mobile sono pronti per le perquisizioni. Ma stasera è di turno una squadra di persone per bene. La comanda un brigadiere che dà gli ordini con accento napoletano. È un uomo con i capelli grigi e un po' di calvizie. In tutta la settimana nessuno dei suoi ragazzi è mai stato sentito gridare o insultare un immigrato. E quando arrivano stremati i primi passeggeri della barca, loro si fanno capire a gesti, senza urlare.

Martedì 27 settembre

È una giornata umida. Molti hanno la pelle della fronte e delle mani piena di punture. Le più grandi sono zanzare, le più piccole forse pulci. Bilal ogni volta che cerca di attraversare indenne la toilette pensa alla casa di Borghezio. È una giornata di attesa. I trasferimenti annunciati ieri sono rinviati perché la polizia deve prima identificare gli ultimi arrivati. È l'unico giorno in cui vengono pulite le camere. Uno dei dipendenti della Misericordia usa la stessa scopa con cui ha inutilmente rimosso i liquami dai bagni. Hanno mandato anche un autospurghi. Ma le schifezze invece di essere aspirate sono state sparate tutt'intorno alle turche. Anche nel mangiare c'è qualcosa che non quadra. Sabato sera e poi ancora altre volte la piccola cotoletta non era fatta di carne ma di pan grattato, farina e forse uovo. Tanto che era possibile tagliarla con un cucchiaino di plastica. Se è così vuol dire che a Lampedusa qualcuno spaccia pan grattato per carne. Bilal e gli altri vengono privati non solo della libertà ma anche delle proteine.

Mercoledì 28 settembre

L'ashara-ashara di mezzogiorno è una parata fascista. Sono quelli dello stesso turno che sabato ha fatto sedere Bilal nei liquami. Nella gabbia ci sono ormai 600 immigrati. Sono tutti seduti ad aspettare il pranzo. Un carabiniere si affaccia a una porta e imita il Duce. Un brigadiere, che a Mussolini un po' ci assomiglia, mette le mani ai fianchi e molleggia sulle ginocchia. Poi saluta i colleghi con il braccio destro teso. "No", lo corregge un carabiniere, "quello è il saluto nazista. Quello fascista è così. Italiani!... La prossima volta a questi ci insegniamo Faccetta nera?". Il brigadiere è uno dei più rispettosi con gli immigrati della gabbia. Ieri pomeriggio Bilal l'ha visto portare un malato in braccio, dall'infermeria alla sua branda. Ma di notte questi ragazzi dimostrano di che pasta sono fatti. I reclusi sono a dormire. Bilal è nascosto dietro una rete. Ascolta e osserva. Un'altra notte durissima. I poliziotti hanno lavorato fino a tardi per gli ultimi interrogatori sullo sbarco di lunedì. E adesso ci sono 180 nuovi arrivi da registrare, perquisire e sistemare. Seduti su un muretto, due gemelline di due anni, la mamma e il papà. I carabinieri con mascherina e guanti in lattice cominciano subito a controllare tasche e borse. Li aiuta un collega in borghese, forse fuori servizio, basette curate, capelli neri con il gel e una maglietta con alcune scritte sul petto. "Spogliati nudo", dice a un ragazzo in canottiera che sta tremando per il freddo e la paura. Lui non capisce. Resta immobile un minuto intero. "What is the problem?", urla il carabiniere e gli tira uno schiaffo sulla testa. L'immigrato, pallido e magro come uno scheletro, trema. Altro schiaffo. Tutte le persone in quel momento nude davanti ai carabinieri vengono prese a schiaffi. Da mezz'ora quei ragazzi parlavano di fare il corridoio e nel gergo militare non è un ambiente che unisce due locali. Cosa sia lo dimostrano subito dopo: una fila di sei stranieri da portare nella gabbia passa in mezzo a loro e ciascuno si prende la sua razione di schiaffi. Quattro carabinieri fanno quattro schiaffi a testa. Appare finalmente il brigadiere che a mezzogiorno imitava Mussolini. Ma non rimprovera nessuno. "Questo ti dà problemi?", chiede al collega in borghese. E spara un pugno sullo sterno all'immigrato magro, che non capisce proprio che cosa ha sbagliato ed è ancora in piedi immobile, in canottiera. Passa un'altra fila di immigrati, altro corridoio. Questa volta li accompagna un dipendente in divisa della Misericordia. Uno con il pizzetto e una piccola cicatrice vicino al naso, che una sera quando un ragazzo ha chiamato i musulmani alla preghiera, si è messo ad abbaiare ogni volta che sentiva dire Allahu akbar. Forse li farà smettere. Invece no, guarda e ride. Davanti alla fila si sistema il brigadiere. Fa il passo dell'oca e finge di portare una lancia: "Avanti marsh". Soltanto un carabiniere napoletano non partecipa al gioco. Gli schiaffi risuonano nell'aria per mezz'ora. E finalmente una funzionaria di polizia se ne accorge. È una ragazza bionda, non tanto alta, che di giorno raccoglie i capelli dentro un bandana. "Maresciallo", dice nervosa, "vada di là a vedere cosa stanno facendo i suoi ragazzi perché sento troppe mani che si muovono". Il maresciallo volta l'angolo e raggiunge gli altri carabinieri: "Uhe ragazzi, mi raccomando", dice loro e si mettono a ridere tutti insieme. Gli ultimi sei immigrati vengono portati dentro la gabbia a notte fonda, vanno a dormire sull'asfalto perché non ci sono più brande. E i carabinieri festeggiano con una grigliata nel cortile.

Giovedì 29 settembre

Bilal passa tutta la giornata a convincere un gruppo di ferventi musulmani che non può assolutamente seguirli a pregare. Alle sei di sera, prima dell'ashara-ashara della cena, una voce femminile gli cambia l'umore. "El Habib Ibrahim Bilal. Domani mattina alle otto presentati al cancello perché verrai trasferito", dice l'interprete marocchina in arabo. "Quale destinazione?". "Agrigento". "Bilal va via", dice Cherriere. E davanti a Bilal si forma una coda di prigionieri della gabbia che vogliono salutarlo. Rachid, 31 anni, marocchino, sbarcato ieri sera, gli spiega come funziona: "Ti danno un foglio di via. Tu per cinque giorni lo tieni e ti sposti fin dove devi arrivare. Poi lo butti. Io farò così, a Padova da mio cugino ho già un lavoro che mi aspetta. Modi diversi di entrare in Italia non ce ne sono". La sera sbarcano altri 350 immigrati. Ma è il turno del brigadiere per bene e nessuno viene picchiato. Appena entra nella gabbia John, 27 anni, partito dal Togo e altri suoi compagni di viaggio chiedono dove si può mangiare. Ma la Misericordia fa sapere che il primo pasto sarà distribuito solo l'indomani mattina. "We are starving, non mangiamo da sette giorni", trema John, "Quando siamo sbarcati ho visto un negozio e volevo comprare qualcosa ma la polizia ci ha detto che non potevamo e che qui dentro avremmo mangiato. Abbiamo i nostri soldi. Se siamo liberi, perché non possiamo comprare da mangiare?". Bilal vede passare il medico, lo chiama e gli spiega la situazione. "Porto qualche brioche", dice il medico. Invece va via e non porta nulla. John e gli altri vanno a dormire su un marciapiede perché sono finiti anche i materassini. Un funzionario in borghese rovescia una lattina di Coca Cola addosso agli immigrati attraverso le sbarre. "Perché questo?", grida Teemer, 26 anni, palestinese, "Siamo clandestini, ma non siamo animali". Il funzionario si scusa. Le camerate sono strapiene di gente fin sotto i letti. La radio a tutto volume in cucina canta ciò che centinaia di bimbi forse pensano ogni giorno dei loro papà rinchiusi qui dentro: 'How I wish, how I wish you were here', come vorrei tu fossi qui. Si va a dormire in una scena da fine del mondo.

Venerdì 30 settembre

Quando torna dalla sua doccia notturna, Bilal trova il letto occupato da altre due persone. Sono le ultime ore nella gabbia, può anche rimanere alzato. Il cielo è illuminato da lampi e fulmini. Il temporale dura poco ma gli scrosci d'acqua risvegliano le centinaia di persone che si erano addormentate all'aperto. Davanti al cancello stanno registrando un nuovo sbarco. E i carabinieri stanno di nuovo picchiando i ragazzi che perquisiscono. I primi sono due uomini che non si erano seduti al loro ordine. Uno lo chiamano Maradona. Volano sberle e per Maradona anche un calcio. Si fermano solo quando passa il tenente in borghese, un ragazzo con il pizzetto. Poi prendono a schiaffi un ventenne che non capisce che cosa deve fare. E altri due ragazzi che al 'sit-down' non si sono seduti perché parlano arabo e francese. Bisogna fermare questo schifo. Bilal grida in inglese: "State picchiando la gente, perché?". Un carabiniere tira un calcio alla rete da dove sta osservando, cercando di colpirlo. Bilal viene chiamato fuori dal cancello. È un faccia a faccia tesissimo, gli occhi di Bilal dentro gli occhi di un carabiniere con i capelli un po' brizzolati e la mascherina per nascondersi. Ma almeno smettono di picchiare. Quando il sole è alto dentro la gabbia sono state ammassate 1250 persone. "Questo è 'o Professore", dice di Bilal un carabiniere a due colleghi, "Avete visto cosa ha fatto prima? Questo qua un giorno lo chiamiamo fuori e gli diamo una ripassata". Ma cinque minuti dopo è la polizia a chiamarlo fuori. Bilal viene portato vicino all'uscita, dove lo aspetta il gruppo che sta per essere trasferito. Nove adulti e 35 minori. La Misericordia distribuisce una maglietta bianca a tutti e le scarpe ai tre rimasti senza. Ma non restituisce i soldi che i ragazzini avevano depositato in segreteria. I carabinieri li hanno accompagnati all'uscita senza dire loro che sarebbero stati trasferiti da Lampedusa. "Oggi non è giornata, non c'è nessuno in ufficio che possa dare quei soldi", spiega un giovane della Misericordia. Bilal insiste in inglese: "Sono centinaia di euro, è importante che partano con i soldi". Un carabiniere dice di no con il dito e allarga le mani.

Si parte senza soldi. All'imbarco del traghetto gli ultimi turisti della stagione guardano la fila di immigrati sotto scorta dai carabinieri. Ciascuno ha un sacchetto con due panini e una bottiglia d'acqua. Si viaggia fino a sera nella sala soggiorno della nave, piantonata da un brigadiere e due carabinieri molto cortesi. Youssef, 16 anni, è sicuro sia una deportazione in Libia e si mette a pregare verso prua, convinto che la rotta sia verso Sud-Est. Ma quando sull'orizzonte appaiono le montagne della Sicilia, tutti gli altri si incollano al finestrino e ridono: "Jebel Scisciglia". A Porto Empedocle i 45 sono caricati su un'autobus della ditta Cuffaro scortato dalla polizia. La carovana sale fino alla questura di Agrigento. Bilal e gli altri 8 adulti vengono separati dai minorenni. I teenager sono destinati a un istituto in attesa di essere affidati ai parenti già in Italia. Gli altri ricevono tre fogli, un sacchetto con due panini e una bottiglia d'acqua. Poi vengono caricati su un furgone che parte a tutta velocità. "Bilal, ho paura. Secondo me ci portano in Libia", dice Abdrazak, 18 anni marocchino, che vuole raggiungere lo zio a Catania. Invece si finisce alla stazione. Ma il treno per Palermo è già partito: "Minchia, non parte mai in orario", s'arrabbia un ispettore. Nuova corsa in auto, furgone e sirena fino ad Aragona, la stazione successiva. E questa volta il treno non è ancora arrivato. "Ragazzi ascoltatemi", spiega un funzionario in inglese, "Avete cinque giorni di tempo per lasciare l'Italia. Siete liberi". Anche Bilal è libero, nonostante il suo alter ego romeno e i precedenti penali. Gli altri quando capiscono, esultano. Uno si attacca al collo dell'ispettore che sorride, ma preferisce non essere baciato. Tutti, tranne uno, hanno un lavoro o un parente che li aspetta: a Milano, a Torino, a Napoli e Catania. L'ultimo ostacolo è un bigliettaio, la mattina dopo alla stazione di Palermo. È convinto che abbia davanti immigrati che non parlano italiano e li insulta. Maltratta anche un pendolare che si è offerto di aiutarli: "Lei che c'entra, crede che non li capisca?". Bilal esplode: "Ma se nun capisti mancu l'italiano, lo fate o no 'sta minchia di biglietto?". Il bigliettaio sorpreso si mette subito al lavoro. "Che lingua era Bilal?", chiede Abdrazak in francese, "era curdo?". n
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Istruzioni per la fuga

"Se vai a Crotone te la puoi cavare con 150 euro. A Bari puoi scappare dal centro di detenzione la notte, saltando la rete e seguendo i sentieri. A Caltanissetta e Trapani no, se ti chiudono lì dentro esci solo quando lo decide la polizia". Ahmed, così dice di chiamarsi, 26 anni, egiziano del Delta del Nilo, è chiuso da qualche settimana nel centro di Lampedusa e di mestiere fa lo scafista. Il suo desiderio è essere trasferito al centro per immigrati di Crotone: "Perché lì è più facile uscire. È per questo che alcuni di noi viaggiano con il telefono satellitare: quando sono vicini a Lampedusa, chiamano qualcuno a Crotone e rivelano quale nome useranno quando si presenteranno alla polizia". Vuol dire che è possibile condizionare la propria destinazione? "No, se qui a Lampedusa sanno che vuoi andare a Crotone, ti mandano da un'altra parte. Però succede che alcuni di noi riescano più facilmente ad andare a Crotone di altri. Il punto di riferimento è un gruppo di sudanesi. Una volta liberi, andiamo a Roma, facciamo un duplicato del passaporto e rientriamo in Egitto. Dopo un po' di riposo, torniamo in Libia legalmente e siamo pronti per un nuovo incarico. Fanno 5 mila euro a viaggio o 6 mila dollari. Alcuni poliziotti libici chiedono invece tra i 5 mila e i 20 mila euro per lasciar partire le navi. Dipende dal numero dei passeggeri". Gli arrivi in massa degli ultimi giorni segnano la fine dell'accordo tra Silvio Berlusconi e il colonnello Gheddafi. La barca approdata a Lampedusa con quasi 350 immigrati il 26 settembre è addirittura partita dalla Tunisia: "Ci hanno raccolti in Libia e portati oltre il confine", raccontano i passeggeri. F. G.

I diritti umani secondo il Viminale

In sette giorni di reclusione nel centro per immigrati di Lampedusa, la detenzione di Bilal Ibrahim el Habib non è stata convalidata da nessun giudice: nonostante nessun cittadino possa essere privato della libertà senza il giudizio di un magistrato entro un tempo massimo di 48 ore. Gli immigrati rilasciati la sera di venerdì 30 settembre hanno ricevuto l'ordine di lasciare l'Italia entro cinque giorni firmato dal questore di Agrigento e il decreto di respingimento con accompagnamento alla frontiera. In realtà solo una formalità, perché nessuno è stato fisicamente accompagnato al confine. Ma soprattutto in nessun documento consegnato dalla Questura risulta la detenzione degli immigrati per una settimana o più. La Prefettura ha invece pagato ai nove stranieri il biglietto ferroviario da Agrigento a Palermo. Il ministero dell'Interno ha recentemente confermato alla Commissione europea e alla Corte europea per i diritti umani il rispetto della dignità umana nelle procedure di identificazione degli stranieri: in particolare grazie alla sostituzione dell'inchiostro per le impronte digitali con i Visa Scanner che non sporcano le mani. Il Viminale ha anche assicurato alla Ue che per ogni straniero detenuto a Lampedusa avviene un'udienza di convalida davanti a un giudice di pace. Nei casi di Bilal Ibrahim el Habib e degli stranieri detenuti tra il 24 e il 30 settembre nella gabbia del centro per immigrati sull'isola questa affermazione è falsa. F. G.

È l'ora della mangeria
A Lampedusa si usa uno slang che fonde idiomi diversi.
Maifrend: dall'inglese my friend, mio amico. È il modo con cui carabinieri, poliziotti e assistenti si rivolgono agli immigrati rinchiusi nella gabbia di Lampedusa quando si tratta di un singolo. Il plurale diventa cornuti ed è usato soltanto dai carabinieri.
Ashara-ashara: dall'arabo ashara, dieci. È il richiamo per l'adunata poiché ci si siede sull'asfalto in file da dieci. È anche l'indicazione data la sera alla distribuzione delle sigarette: dieci a testa, un pacchetto ogni due reclusi.
Fisa-fisa: dall'arabo, è l'ordine dato quando gli immigrati devono muoversi o fare qualcosa velocemente. Si usa anche visa-visa.
Mangeria: è l'ora dei pasti (colazione, pranzo o cena). Gli egiziani la chiamano anche mangheria o mangaria.
Asciugamano: nella gabbia di Lampedusa ha molti significati e funzioni in più rispetto all'esterno. Sta al posto di coperta, cuscino, parasole, pantaloni, separé ne wc, turbante, fazzoletto, stuoia e serve a proteggersi gli occhi dalla luce dei fari per dormire la notte.Kulu kulu: derivato dall'arabo, è tutto ciò che riguarda il mangiare. F. G.