martedì, ottobre 11, 2005

Un periodista fingió ser un ilegal en Italia



y sí..así, como leerán, tratan en el primer mundo a otros seres humanos, a los desesperados que se atreven a entrar "clandestinos" (convención absurda si las hay la de las fronteras..), estos son los países y pueblos civilizados que intentan dar lecciones de democracia y civilidad a los países del tercer mundo...si no fuera patéticamente terrible, sería paradójicamente risueño... (luzbelita indignada, 10 octubre 2005)

Un gran escándalo desató ayer en Italia la nota de un periodista que fingió ser un inmigrante clandestino y que, tras pasar ocho días infernales en un centro de recepción de la isla de Lampedusa, denunció condiciones de vida inhumanas, humillaciones y hasta violencia contra los inmigrantes por parte de las fuerzas del orden. Las acusaciones llevaron a la oposición de centroizquierda a pedir la dimisión del ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, e incluso a comparar el "vergonzoso" Centro Temporal de Permanencia (CTP) de Lampedusa con la tristemente célebre cárcel iraquí de Abu Ghraib.

El dramático artículo "Yo, clandestino en Lampedusa", escrito por el periodista Fabrizio Gatti en el semanario L´Espresso, relata la odisea que viven a diario los miles de inmigrantes clandestinos que llegan más muertos que vivos a Sicilia, la tierra prometida, después de pagar fortunas a traficantes de seres humanos.

Para poder vivirla, Gatti sólo tuvo que arrojarse al mar que rodea la isla de Lampedusa, al sur de Sicilia. Ese es el punto de arribo de miles de embarcaciones repletas de desesperados que intentan llegar a la isla. Cuatro horas después de flotar con un salvavidas con una inscripción en árabe, fue "pescado" por las fuerzas del orden, que lo llevaron a al CTP de Lampedusa. Entonces, el periodista había cambiado su identidad: era Bilal Ibrahim el-Habib, un kurdo nacido en el poblado imaginario de Assalah, en el Kurdistán iraquí.

Su experiencia en el CTP fue escalofriante. En una suerte de jaula prisión, la gente (mucha más de la que cabe) sobrevive en condiciones sanitarias imposibles: pocos baños, y tapados, olores nauseabundos, superpoblación, moscas y suciedad. Pero lo peor es el trato: "Humillaciones, abusos, violencia y todo lo que Italia siempre escondió ante las inspecciones del Parlamento Europeo".

En el largo y crudo relato, Gatti describe el suplicio de los interrogatorios. Cuenta, además, que a algunos grupos de inmigrantes los obligan a desfilar desnudos entre los carabinieri y que los golpean con manotazos. Y hay más: algunos agentes se burlan de los musulmanes y los obligan a mirar películas pornográficas desde las pantallas de sus celulares. Quien se resiste y da vuelta la cara, recibe un golpe o un insulto.

Lo paradójico es que al cabo de ocho días de virtual prisión e incomunicación -en violación de los derechos del inmigrante, pese a su clandestinidad-, el periodista, junto a otros compañeros, es dejado en libertad, con un papel que dice que tiene cinco días para dejar Italia, algo que para los inmigrantes constituye una invitación a quedarse en el país, ilegalmente.

Miembros de la oposición de centroizquierda pusieron el grito en el cielo por la nota de Gatti y pidieron la dimisión de Pisanu -algunos incluso pidieron elecciones anticipadas-, y no dudaron en comparar el CTP con la cárcel de Abu Ghraib.

La investigación de L´Espresso volvió a poner sobre el tapete la más que restrictiva ley de inmigración Bossi-Fini y no sólo cayó como una bomba en Italia, sino que también movilizó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Médicos Sin Fronteras y Amnesty International, organizaciones que expresaron su preocupación por las violaciones de los derechos humanos y pidieron explicaciones a Italia. (Elisabetta Piqué)

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